
Ayer comencé a establecer etiquetas a todas mis entradas al blog. Me pareció algo interesante, para el visitante: tener oportunidad de elegir el tema que le interese y para mí: recordar no duplicar entradas, sobre todo las poesías, hay algunas que adoro tanto, que igualmente las escribiría muchas veces.
Pero el tema que me ocupa, es que realizando esa tarea, me di cuenta, que soy un sube y baja, una montaña rusa, una línea quebrada, un camino a medio hacer, y lo peor, que eso me gusta.
No soy intelectual, no pretendo serlo.
No escribo ni soy solemne, amo la risa: es el centro de mi vida, trato de compartir: es el eje de mi desplazamiento, mirar atrás y a través de mis congéneres, respirar hondo y exhalar futuros.
Ser mejor, para vos, ser mejor para dar mas de mí; usar las palabras que quiero, como quiera, y hasta usarlas de mas; procurar la reacción en la acción, el movimiento continuo de ojos en otros ojos y vibrar en las ondas que produce el abrazo.
Soy lo mejor que queda de mí, he depurado, decantado, no obstante vuelvo a rellenar espacios y ellos, solos, vuelven a vaciarse.
No tengo miedo de usar la palabra nunca, ni tampoco mierda, hambre, puta o muerte.
Ya no he de cambiar en lo profundo, soy terca y a veces dejo mi sangre en la pared.
De todas formas, me reconozco en la mayoría de mis actos – eso es bueno- y me desconozco en la mayoría de mis escritos – eso es malo- ,quisiera tener el poder de parar el mundo, bajarnos todos, y luego subirnos al mismo tiempo, y en igualdad de condiciones hacerlo girar otra vez.
atte: yo