
No quiero que caigas de tu silla
a mi costado mas débil.
Me ruegas
con esa mueca triste y perdonadora
besar tus alas rotas,
en un imprevisto sueño
para verte de pie.
Además, porque
siempre hay un además,
no se si salvarte
o dejarte morir
en esta boca solitaria.
Será mejor
no encontrarte en mi camino
cuando regrese confesa,
a la hora de responder
por tus pecados y los míos,
por extrañarte tanto.