14 abril 2009

Entre el verde y el azul II


















“Hay que aceptar lo que se odia, hay que acarrear gente, de no se sabe dónde, para que habiten, ensucien, conmuevan, sean felices y malgasten”.

J. Onetti

Esa noche no hubo noche, hubo un eterno día azul, un corazón expuesto a perderse a una voz de contrabando, capaz de transgredir cualquier frontera. Pude oler, sin predecir, puede reír sin culpa, pude olvidar la ausencia, mirar ventanas y muros y reconocerte en sus huecos.

La boca grande, bien grande y azul, se desdibuja en el cielo, para caer en tu cara, para caer en la cuenta que ya no puedo inventarte.