Renazco incompleta,
sin ser lo que pretenden de mi.
Extraña culpa.
Presiento que volvés
con esa sonrisa de niño contento
con su trajecito nuevo
la mano llena de palomas y nicotina,
sin detener la marcha de los relojes en la piel,
esa que vos necesitaste tocar
para completar tu imagen.
No entendí el mensaje de tu mano
bajo el filo de las noches,
y dejo pasar las agujas
que pinchan los ojos y el alma,
sin importar que me ahogo.
Con el pan bajo el brazo,
espero romper el silencio,
renacer con el viento del desierto,
mojarme los pies y
romper en un llanto tu territorio.
Por favor intentemos aprender telepatía,
necesito saber cuándo parar,
si vos no estás, no para de rodar el día,
las noches y el aire dan vueltas
marea la marea
y caigo en la boca de la palabra brutal.
No subo ni bajo,
floto
como la pluma del pato negro del lago
que se perdió debajo del agua
enredado entre ramas y raíces
sin saber cómo salir
No sabré dormir sin la almohada
verde de musgo,
pesada de tanto rocío,
poblada de increíbles olores heredados.
No se bosqueja el corazón en un bosque,
no se puede calentar la piedra sin el sol,
no queda más que la mirada perdida
y el esbozo de una sonrisa
mirando la resaca que llega a la orilla,
que va y viene, que viene y va, sin quedarse quieta
en un mismo lugar.