- Hay como chicos mendigos saltando mi cerca mental, buscando aperturas, nidos, cosas para romper o robar.
- Alguien se maravillaba de que los gatos tuvieran dos agujeros en la piel, precisamente en el sitio de los ojos.
- - “Odio a los fantasmas”- dijo, y se notaba claramente por su tono que sólo después de haber pronunciado estas palabras comprendía su significado.
- Abrí la boca un poco más, así se notará que estás hablando.
- Me siento como si no fuera capaz de hablar más en la vida.
- Hablá en voz muy baja. Y sobre todo, recordá quién sos.
- ¿Y si me olvido?
- Entonces bramá.
- Estoy pensando que.
- No es verdad. Cosas desde la nada a ti confluyen.
- A lo lejos sonaba indistintamente la voz de una muchacha que cantaba canciones de su tiempo de muchacha.
- ¿En qué pensás mientras cantás?
- En que aquel sueño de ir en bicicleta a ver una cascada rodeada de hojas verdes no era para mí.
- Sólo querías ver el jardín.
- ¿Y ahora?
- Siento deseos de huir hacia un país más hospitalario y, al mismo tiempo, busco bajo mis ropas un puñal.
- Como vos, quisiera ser una cosa que no puede sentir el paso de los años.
- Supongo que el envejecimiento del rostro ha de ser una herida de espantoso cuchillo.
- La vida nos ha olvidado y lo malo que uno se muere de eso
- Sin embargo, cada vez nos va peor
- Entonces la vida no nos ha olvidado.
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Alejandra Pizarnik