
No me quiero mirar
los pies
después del salto
como una pesadilla
que espanta al sueño
si supiera
caminar del brazo,
otro brazo,
sentir su forma curva,
la del otro brazo,
el otro hombro,
pasear feliz
y luego
considerar
si aún
te llevo conmigo
cuando despierte
pero da la casualidad
que el sueño se deshizo
flota
sobre el mar,
sobre estas torres grises
donde
se desvanece
dentro de una cajita
de fósforos mojada,
sin ganas de
encenderse más.