02 noviembre 2011

El atajo





















El calambre esta siempre en la mano, en la media noche todavía sigue ahí, duele. Otra mano toma el pasamano sin tener en cuenta que no existen escalones, que se acabó la misericordia, que tiene que pagar la cuenta completa y a lo mejor agregarle un adjetivo no le haga mella.

Esta sensación de tocar la nada se está volviendo frecuente y no es un latido verdadero, es un sueño recurrente, son respuestas colgadas de una imagen de ficción.
No despierto- ni quiero- porque estoy acercándome a vos y no voy a darte tiempo para que puedas desaparecer.

-Se breve- me dijiste- no tengo demasiado tiempo, el temporal está por llegar y no quiero que las estrellas nos vean errarle al  camino.

Sin preámbulos, seduciéndote con pocos datos y gestos en clave, te pregunté por dónde escapar del resto del mundo.

-Por la vigilia dentro del sueño, respondiste.

Y no fui capaz de hallar el atajo.