21 septiembre 2012

2.licencia en la aldea



Hoy solita, por 8 de Octubre, mirando el cielo desde el ómnibus, reconstruyendo historias escuché esta canción: “el frio se prende a la piel como un abrojo”   y luego algo así como: “redondita alusión para el poeta, cruel realidad para el pobre”…….puta que verdad canta el señor gordo, muy muy muy gordo y lo hace con ojos cerrados;  por eso pude ver la transpiración que iba manchando su Hering gris; cuantas monedas tendrá que ganar para llenar esa buzarda? 

M’ijita! Como vas de un extremo a otro me auto acusé.  

Cómo no ir de un extremo al otro?  Viajar en este 546 ES ir de un extremo a otro: Belvedere- Portones!  además tantas “extremidades” para ver! Jeje…..  me canso de mirar el cielo por la ventana sucia, ahora toca el adentro, el veterano que busca entre todos los asientos cual le gusta más para sentarse mientras detrás de él se forma un lindo trencito, el plancha que va con un par de parlantes obligándonos a escuchar su música que se mezcla con la del Señor gordo (reperdonado iba escuchando Los Redondos: el pibe de los astilleros!), las gurisas – y no tanto- que suben con unas bolsas de papel blanco con el logo repetido  “DC” por toda la bolsa, ¿sabrá DC que está de moda?, el botija que intenta comunicarse con unos movimientos corporales extraños porque no puede hacerlo de otra forma y la señora gorda -¿porque todas las señoras son gordas?- que lo mira cada vez más raro, el sota que torticolea su cabeza solo para el lado de la ventana, los que suben de Remar voceando sus historias de vida miserables……mejor me bajo, me bajo y camino lo que queda hasta casa, mamá estará viejita, pero yo quiero llegar a la edad de mamá.