No sé qué estoy respirádome en
la mitad de una luna amarilla.
No se tampoco por qué la ciudad, tan
intanteable en su pudor minusválido,
me parece un disco a 78 revoluciones
por minuto. No sé de qué estoy hablando
ni de qué redundancias me estoy
escapado. Se trata de escapar. Y de no
preguntarse los qué de la acción. O el
doblaje inanimado de las negaciones.
Algo me dice que no debo retornar a
ninguna parte. Y no sé quién soy.
R. Forlàn Lamarque