Cuando no encuentro el necesario hueco de mi almohada, y la doy vuelta para un lado, y para otro, y puteo pensando ¡qué habré hecho para merecer esto! y el sueño no viene, y me levanto malhumorada con dolor de nuca, entonces ya sé que la culpa es toda de ella!
Con mucha suerte – o desgracia – tan sólo fue un intercambio de almohadas con quien duerme a mi lado; en tal caso, estoy salvada hasta por ahí nomás, porque la muy maula agarró amnesia de una y en tan solo una noche!; entonces otra vez, a fuerza de doblarla y desdoblarla hacerleentender que mi cabeza es su patrona, amita, dueña, chacha, etc, etc y que debevolver a ser la de antes.
Caigo en la cuenta, que las almohadas no son obedientes, y ratifico la culpa de mi malhumor.
Entonces decido ponerme un cartel en la frente que dice “la culpa es toda de ella” y así llevarla bajo el brazo en el ómnibus, y mostrarla en el laburo, onda cuerpo del delito.
Es la única forma que crean que mi malestar no es producto exclusivo de una menopausia, o quejosa menstruación, o de un me quiere o no me quiere, o de un buen polvo o ausencia total del mismo.
Quien me dice, un día de estos, la loca escarmiente yentienda, que dentro de todo, su trabajo no es más que aguantar el peso de mi cabeza y no el de mi conciencia.