05 abril 2009

la culpa es toda de ella














Cuando no encuentro el necesario hueco de mi almohada, y la doy vuelta para un lado, y para otro, y puteo pensando ¡qué habré hecho para merecer esto! y el sueño no viene, y me levanto malhumorada con dolor de nuca, entonces ya sé que la culpa es toda de ella!

Con mucha suerte – o desgracia – tan sólo fue un intercambio de almohadas con quien duerme a mi lado; en tal caso, estoy salvada hasta por ahí nomás, porque la muy maula agarró amnesia de una y en tan solo una noche!; entonces otra vez, a fuerza de doblarla y desdoblarla hacerle entender que mi cabeza es su patrona, amita, dueña, chacha, etc, etc y que debe volver a ser la de antes.

Caigo en la cuenta, que las almohadas no son obedientes, y ratifico la culpa de mi malhumor.

Entonces decido ponerme un cartel en la frente que dice “la culpa es toda de ella” y así llevarla bajo el brazo en el ómnibus, y mostrarla en el laburo, onda cuerpo del delito.

Es la única forma que crean que mi malestar no es producto exclusivo de una menopausia, o quejosa menstruación, o de un me quiere o no me quiere, o de un buen polvo o ausencia total del mismo.

Quien me dice, un día de estos, la loca escarmiente y entienda, que dentro de todo, su trabajo no es más que aguantar el peso de mi cabeza y no el de mi conciencia.