
Y el amor, quién le teme a quién.
Te doy todo crédito por el llanto
y el espejo que no recreará jamás mi cara.
Te doy arma con que matarme,
y te pido que lo hagas.
Mañana te arrepentirás
y sabrás que solo yo pude habertelo pedido.
Seré una ingenua accidental,
en un monólogo permanente,
cuatro paredes sin puertas.
Cuanta gente más entrará en este cuarto,
cuanta tristeza sin porqué.
No regreses por el resto no tendré piedad.