
Dejó constancia de su expresa voluntad de no morir. Lo sabe, la muerte ha de llegar, pero inmerecida. No obstante le dijo: “si me despido odiando, sé que acabaré amando a la hora del crepúsculo”. Desnudo, sintió el viento pintarle la cara en el camino de ida, y en sus oídos repetía: irás y no volverás. Faltan tres baldosas, cuatro, cinco, seis..... en un solo pié haciendo equilibrio, cayó finalmente sobre el cielo , y era tan azul, como el color de la tiza que lo dibujaba.
Cuando llegue la hora infame no habrá corazón capaz de detectar la falsa eterninad.