
Cruzo confundida la noche
buscando el lugar donde hallarte,
donde mi pie se vuelva rostro
sin pisar la línea que la divide,
sin tener que desprender la estrella
en la recortada geografía de este otoño.
El árbol cae en la tarde.
Sobre la vereda
el fruto perfecto es la hoja marrón.
Cruje sin que la toque,
cae en remolino de viento
y se ahoga en un charco de vidrios rotos.
Me quedo sola en esta margen del mundo
con los boletos en la mano,
mirando pensativa la hora del último nocturno.
Sin ingenuidad,
azucarada apenas,
sé que la hoja no vuelve a la rama.
¿ Y qué puede importarme su regreso?
No veo la rama, tan sólo la hoja que se alejó de ella.
buscando el lugar donde hallarte,
donde mi pie se vuelva rostro
sin pisar la línea que la divide,
sin tener que desprender la estrella
en la recortada geografía de este otoño.
El árbol cae en la tarde.
Sobre la vereda
el fruto perfecto es la hoja marrón.
Cruje sin que la toque,
cae en remolino de viento
y se ahoga en un charco de vidrios rotos.
Me quedo sola en esta margen del mundo
con los boletos en la mano,
mirando pensativa la hora del último nocturno.
Sin ingenuidad,
azucarada apenas,
sé que la hoja no vuelve a la rama.
¿ Y qué puede importarme su regreso?
No veo la rama, tan sólo la hoja que se alejó de ella.