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No deberías volver jamás a nada, a nadie,
pues toda historia interrumpida
tan sólo sobrevive
para vengarse en la ilusión, clavarle
su cuchillo desesperado,
morir asesinando.
Sabés que la dicha es como un criminal
que seduce a su víctima
que la reclama con atroz dulzura
mientras esconde la mano homicida.
Sabés que volverás, que estás condenado
a regresar, humilde, donde fuiste feliz.
Sabés que volverás
porque la dicha consistió en marcarte
con la nostalgia, convertirte
la vida en cicatriz;
y si sos leal, girarás errabundo
alrededor del desastre entrañable
como gira un perro ante la tumba
de su dueño... su dueño... su dueño...
Félix Grande “donde fuiste feliz alguna vez”