25 abril 2010

SUBRAYO, RECORTO Y PEGO



Mala costumbre la mía: subrayo en los libros, palabras, renglones y hasta páginas enteras, tan solo por cumplir el requisito de darme vuelta como una media.


Ayer, quedó Alejandra mirando sin comprender el monitor de mi PC, y entonces percibí que su mirada es también la mía. Tampoco comprendo este prólogo que es el mundo virtual, y opté por refugiarme en ella.

Tomé lápiz, mejor dicho bolígrafo, papel –servilletas- y transcribí los subrayados uno a continuación del otro, separados por la barrita borracha inclinada a derecha.

He aquí el resultado, “el laboratorio mismo de su escritura”.

Salú.


No cierra una herida una campana./No me dejes- dijo- no me exiles de ti/ en lo alto, en lo puro del abandono. Llamarme a mí pequeña abandonadora. Antes de desaparecer vi sus ojos no comprendiendo. Trémulo gesto de mi cara para ir a llorar importantemente en la noche del no se sabe quién es abandonado./ Y que pasa si una se muere? ¿Y qué muere si uno no se pasa?/Sucede que una se cansa de estar sola – dijo- Quisiera ver otras personas, aunque fuera gente sin cara./Alguien me bebe desde la otra orilla, alguien me succiona, me abandona exangüe. Estoy muriendo porque alguien ha creado un silencio para mí. Tengo que escribir mucho, que plasmar expresiones para que poco a poco se calle su silencio y entonces se borre su persona que no quiero amar, ni siquiera se trata de amor sino de fascinación imponderable y en consecuencia indecible. No es más que un silencio, pero esta necesidad de enemigos reales y amores mentales ¿cómo la comprendió desde mis cartas? Un juego magistral.